En el libro de Marcos se narra la historia de Bartimeo, un ciego que estaba sentado junto al camino mendigando y que llamando a Jesús pedía misericordia.
“Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama.”
Marcos 10:49
Al igual que el ciego, puedes estar sentado junto al camino abatido por las circunstancias, por las situaciones o los problemas propios de la vida. Pero al igual que Bartimeo el Señor te llama a que vayas a Él, que no tengas miedo, que confíes en sus promesas, que su amor es tan grande como para rodearte, protegerte y sanarte.
Cada vez que elevas una súplica en oración, el Salvador se detiene y con su gran amor te abriga cuando acudes a Él, el sanará tu corazón afligido, dará paz a tu mente atribulada y consuelo a tu alma apesadumbrada. Pero requiere que tu fe se ponga en acción, que te levantes y vayas hacia Jesús.
A pesar de que la condición de ceguedad de Bartimeo era evidente, aún así el Salvador esperaba que él le confesara y “Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que haga por ti? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista”.
Ahora te pregunto a ti ¿Qué quieres que el Señor haga hoy por ti?
El Señor espera que al igual que Bartimeo tú acudas a Él con humildad, fe, confianza y esperanza. No esperes que el Señor vaya a sanarte, acude tú a Él hoy mismo, el Salvador mediante Su poder, misericordia e inconmensurable amor te curará tanto física como espiritualmente, solo elige cree y por tu fe serás sanado.
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